Cuándo, cómo, dónde y por qué debe efectuarse la primera consulta ginecológica son dudas que rondan la cabeza de padres y madres. De hecho, el chequeo médico está rodeado de falsas ideas. Los mitos continúan, fruto de una inadecuada educación sexual que debe darse en la escuela y en la familia , señala Leonor Zapata, ex presidenta de la Sociedad Venezolana de Ginecología y Obstetricia.
Mito 1. La consulta ginecológica es solo para adultas.
Realidad: «Las niñas deben ser llevadas al ginecólogo desde que nacen, pues pueden tener enfermedades como útero doble, imperforación del himen, vagina tabicada y genitales ambiguos», dice la ginecóloga Dolores Monsalve.
Lo ideal serían chequeos al momento del parto, otro a los 3 o 4 años, uno más alrededor de los 10 años y otro al presentarse la primera regla.
Mito 2. No llevo a mi hija al ginecólogo porque perderá la virginidad.
Realidad: En la ginecología infanto-juvenil hay técnicas e instrumentos para evaluar a una niña sin molestarla, dice Monsalve. Aclara que el himen de las pequeñas tiene uno o varios orificios naturales. A veces carece de abertura, «y si lo diagnosticamos a temprana edad, evitamos que cuando venga la menstruación el útero se llene de sangre».
En este control no siempre es necesario utilizar el espéculo (para dilatar la entrada de ciertas cavidades y mantener separadas las paredes de las mismas), «se usa de forma excepcional si se sospecha de enfermedades en la vagina o en el cuello del útero», dice Monsalve. Aún así, el instrumento pasa por el orificio del himen, sin desgarrar.
El examen consiste en la inspección de los genitales y de las glándulas mamarias (para determinar el desarrollo puberal, y posibles tumores benignos)
También contemplaría el ecosonograma pélvico, radiografía del abdomen y radiografía en la muñeca para descartar pubertad precoz. Si es una adolescente que ya inició su vida sexual, el chequeo puede hacerse con espéculo e incluir la citología.
Mito 3. Las niñas no padecen enfermedades ginecológicas.
Realidad: Sí pueden enfermarse, recalca Monsalve. No es raro que se introduzcan cuerpos extraños (borradores, lápices de cera, collares) en la vagina, porque para ellas es un orificio más. Esta es una de las causas de vulvovaginitis y se manifiesta con picazón y flujo vaginal, dice la médica Leonor Zapata. Esta inflamación de la vulva y la vagina se debe a la acción de microbios y ocurre «por contaminación debido a la higiene genital inadecuada», afirma Monsalve.
Las niñas, luego de defecar, se limpian de atrás hacia adelante, lo que permite que las bacterias del ano se trasladen hacia la vagina.
Los traumatismos genitales por accidentes (cuando empiezan a caminar, a jugar) son otra patología frecuente, que produce rupturas, sangrado y hematomas. Sin embargo, ante cualquier señal «el médico debe sospechar abuso sexual».
Algunos signos en el comportamiento de la niña pueden revelar el problema, asegura Monsalve: se baña mucho, teme salir sola a la calle, no quiere volver al colegio, tiene pesadillas, se vuelve introvertida, practica juegos sexuales, les tiene pánico a sus familiares masculinos. El ginecólogo infanto-juvenil, durante la revisión, detectará la ruptura del himen, reciente o antigua.
Mito 4. Si las mujeres tienen flujo, las niñas también.
Realidad: Las recién nacidas tienen un flujo genital generado por la carga hormonal que les pasa la madre. También es normal el flujo transparente (como clara de huevo), que no pica ni irrita, desde los 8 o 9 años de edad. Pero desde la lactancia hasta la pubertad no deben presentar flujo; en caso contrario, puede ser evidencia de una infección.
Mito 5. A las niñas es mejor no hablarles de sus genitales.
Realidad: Los consejos sí son pertinentes, dice Monsalve: asearse de adelante hacia atrás, usar ropa interior de algodón, evitar el uso rutinario del hilo dental, usar jabones neutros y protegerse de las parasitosis intestinales (algunos parásitos migran del ano a la vagina), constituyen algunas reglas básicas que ellas deben conocer.


